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¡Tenemos que hablar! vs ¿Conversamos?
Este texto no es mío, es de una gran amiga a quien respeto como persona y profesional, Mónica Dal Santo. Lo tomo para presentarles al elemento fuego, precisamente al Corazón.
Hemos leído que se abre en la lengua (la palabra), es el emperador, gobierna el Shen. Un Corazón equilibrado hace que podamos expresarnos en verdad y congruencia.
Si  te sientes ansioso, tartamudeas, te ríes sin razón, te cuesta dormirte, tienes palpitaciones, cara roja, sudas cuando te sientes nervioso; todo esto me habla de un desequilibrio energético en tu elemento fuego.
¡Tenemos que hablar! vs ¿Conversamos?
“¡Tenemos que hablar!” Cuántas veces escuchamos esta frase, nos la dijeron o la dijimos.
Culturalmente, para nosotros, es una invitación a conversar, para pedir algo, para enterarlo al otro de una alegría o tristeza, para hacer un reclamo o, simplemente, para sentirnos acompañados.
Generalmente la enunciamos después de tener una larga conversa con nosotros mismos, y en esa conversación privada descubrimos lo que dirá, pensará y sentirá el otro. Casi con total seguridad podemos anticipar el inicio y el final de la charla, podemos predecir lo que pasará.
Cuando el resultado es negativo, decidimos evitar el encuentro, y cargamos con deseos o enojos, insatisfacciones o resentimientos en algún lugar del corazón.
A veces sostenemos peleas o malos entendidos durante años, solemos decir: “Para que le voy a hablar si total me va a contestar…”
Otras veces, decidimos dejarlo para otro día, el “no tengo tiempo” o “este no es el momento” es la gran excusa.
Sucede en realidad que no sabemos cómo decirle al otro lo que siento, pienso y creo sin lastimarlo y lastimar el vínculo. Las emociones no nos permiten descubrir el verdadero interés que nos mueve, y nos quedamos buscando explicaciones tranquilizadoras. Nuestra parte reactiva (la que, yo creo, muestra quién soy y no quiero revelar públicamente),  es tan tóxica que nos produce miedo, pero:
  • si no lo decimos se intoxica nuestro cuerpo
  • si lo decimos se intoxica la relación
¿Cómo salir?
Procesando nuestra conversación interna, reconociendo nuestras emociones (llamándolas por su nombre aunque no nos guste) y aceptando las del otro, recordando el hecho tan literalmente que ambos estaríamos de acuerdo en su transcripción, separando mis interpretaciones, ya que son sólo juicios que nacen de mi modelo mental, de ese modelo que me hace “hacer y ser” en el mundo.
Reflexionemos, recuperemos nuestro espacio interior, esto nos permitirá descubrir quién soy, mi esencia, ni tan malo ni tan bueno, simplemente un ser humano con sus luces y sus sombras. Y así diseñar aquellas conversaciones “difíciles” y tal vez podamos probar  eso de “ponerse en los zapatos del otro”.
Creando contextos de respeto donde escuche y sea escuchado, donde  legitime y sea legitimado y pueda hacer eso tan trasgresor: conversar, comunicarme con el otro desde el amor, la compasión y podamos disfrutar del estar juntos.
Me gustaría que te preguntes en este instante:
  • ¿qué conversaciones dejé pendientes hoy?
  • ¿qué conversaciones dejé pendientes esta semana?
  • ¿qué conversaciones dejé pendientes este mes?
  • ¿qué conversaciones dejé pendientes….?
  • ¿cuál es el costo de no haberlo hecho?

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